El tubo de escape debe ser revisado una vez al año o cada 50.000 kilómetros aproximadamente, aunque esto puede variar según el caso. Debes verificar el estado de las piezas si el humo que expulsa es más denso o negro de lo normal, si al arrancar hace un ruido excesivo, si notas vibraciones inusuales o escuchas un sonido de piezas sueltas.
1- Estado de los tubos de salida y entrada
Hay que comprobar que la zona metálica que une los conductos con el coche está en buen estado. También se debe prestar atención a si los conductos tienen síntomas de deterioro en forma de fisuras, óxido o agujeros.
2- Verifica el silenciador
Se debe hacer tanto por fuera como por dentro. La carcasa no debe estar agujereada, ya que las fugas de gases provocarían ruidos. Es importante observar si los tubos y el separador del silenciador están en buen estado. Si al mover ambas cosas suenan piezas sueltas, es que éstas están en estado avanzado de corrosión.
3- Revisar el catalizador
Este dispositivo elimina la mayoría de los elementos contaminantes de los gases a través de elementos químicos. Es importante que el trozo de cerámica que se encuentra en la cámara del catalizador esté bien sujeto. La carcasa térmica no debe tener ninguna grieta ni deformación; de lo contrario habría que proceder a su sustitución.
4- Estado de los soportes de caucho
Estos elementos amortiguan los golpes y el ruido, pero si se encuentran deteriorados o endurecidos no pueden realizar estas funciones ya que no se ajustan bien a las partes metálicas.